Un joven extraviado en sus ideas metafísicas que le ocupaban prácticamente todo su tiempo, consideraba que todo menos filosofar era insignificante.
El joven creía que toda actividad mundana no tenía sentido por sí misma, y que solo eran válidas y útiles las reflexiones filosóficas. Se había vuelto muy arrogante, a pesar de que su maestro intentaba acercarlo al camino de la meditación y la simpleza .
Un día, el maestro preocupado por la actitud del discípulo le dijo:
_ Tu vida no es realmente vida porque no sabes ver.
_ Porqué me dices tales cosas?, dijo el discípulo disgustado.
El maestro no respondió, lo llevó a dar un paseo y, al ver una gota de rocío sobre una hoja le dijo:
_ Acércate a la hoja , observa bien la gota de rocío y dime que ves.
_ Se refleja el sol en ella – dijo el joven luego de una atenta observación , perfectamente meditada.
_ Lo ves? – dijo el maestro – hasta en la gota de rocío más pequeña se refleja algo tan grande y maravilloso como el sol.
Cuento Tibetano: Anónimo
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