DEL SECUESTRO EMOCIONAL A LA POSIBILIDAD DE ACCIÓN
- Marisela Fortuny💎
- 1 oct
- 3 Min. de lectura

Vivimos en una época vertiginosa en cuanto a las velocidades de asimilación de las experiencias. Si bien la humanidad siempre contó con estos desafíos, nuestra actualidad presenta por primera vez una sucesión y simultaneidad de acontecimientos que exceden al procesamiento de nuestros pensamientos ya que suceden bajo el marco de la IA (inteligencia artificial).
Los soportes tecnológicos se encuentran mediando cada vez más las comunicaciones y relaciones humanas… ¿Cómo viven o se expresan nuestras emociones en estos contextos?.... los contactos, conexiones, encuentros entre jóvenes y adultos ¿cómo se llevan adelante hoy en día?, ¿de qué manera se racionalizan?
Si bien es un tema muy vasto, un factor común es que pareciera imperar la forma “diluída” de comunicación, en donde la evasión, o la manera de vincularse se torna un terreno difuso. Como si la manera de intercambios practicadas en redes sociales, se trasladara a la vida real en todos sus sentidos, con la diferencia que en la vida real, las consecuencias deben sostenerse cara a cara, ¿qué sucede allí con nuestro lenguaje?, ¿cómo expresamos lo que pensamos y lo que sentimos?
Desde el Coaching Ontológico, se enfatiza la importancia que tiene el lenguaje para describir el mundo compartido y también para generar aportes al mismo, por ende, la necesidad de establecer conversaciones con propósitos claros es fundamental.
Preguntas habituales como: ¿qué estamos compartiendo? o ¿qué somos? se transforman en un abismo comunicativo para dar respuestas, parecieran ser preguntas existenciales, generan alerta… ¿por qué?... es curioso, ¿no?
Si bien el mundo cultural de esta época no ha sido precisamente un ámbito en donde hayamos podido aprender cómo vincularnos, atendiendo a nuestras emociones, a la información que nos llega desde el cuerpo, pareciera ser que el resultado es la instalación de algún tipo de “drama anticipatorio”, de “por las dudas”, la situación desencadene frustración, enojo, ansiedad, impotencia, etc. Acción concreta: la evasión (corte de comunicación).
Por eso es importante recordar algunos elementos que nos ofrece el Coaching como herramientas de observación para poder tomar conciencia (o darse cuenta del lugar en donde uno está), la auto creencia (sobre la que nos basamos habitualmente en distintos temas de la vida) y lo que esto implica. Lo importante es que aprendamos a transformar aquello que no nos aporta en un aprendizaje que nos enriquezca la experiencia.
Indudablemente, el circuito de ambigüedades comunicativas, la irregularidad en las conexiones, hacen que la amígdala nos rapte en shocks o secuestros emocionales (Goleman, D.) que nos desequilibran. Lo que nos genera malestar dispara un sinfín de ansiedades, ya que la mayoría de las veces, no se nombra con precisión lo que se está dispuesto a compartir y prevalece la ausencia de compromiso comunicativo real (aunque sea en su aspecto mínimo: abrir y cerrar comunicaciones).
Pareciera ser imperante incorporar a nuestras vidas herramientas de gestión emocional, (como las ofrecidas por la PNL, entre otras) para orientar a modo de brújula aquellas situaciones que alteran nuestra emocionalidad cotidiana, y lograr construir una ruta posible hacia una acción que revierta el efecto negativo… una buena pregunta que podemos utilizar (e intentar responder), sería ¿para qué decido sentirme de tal manera o permanecer en este mismo lugar?
¿Cómo recobrar la armonía cuando nos disociamos?, es decir, cuando nos conversamos una cosa pero las emociones y sentimientos van por otro lado… Tal vez, podemos intentar delinear un camino hacia la coherencia y permitirnos así sentir confianza. Animarnos a mirar de frente esas emociones incómodas y percibir qué nos transmiten, qué información nos acercan, nombrarlas (sin juicio de valor), y luego, identificar hacia dónde querríamos ir con ellas, ayudarnos aquí con nuestra cognición, relevar qué conducta/creencia limitantes me inducen al estado en que me estoy vinculando.
Recordemos que en el mundo de las vinculaciones, la “otra persona” no va a traernos nunca la solución mágica sobre aquello que no podemos dirimir nosotros mismos. Por ello, aprender a gestionar nuestras emociones, incorporando herramientas concretas a modo de ejercicios prácticos y sencillos debería ser una prioridad para “decidir” sentirnos en armonía. La oportunidad existe y la responsabilidad de ir por ella es solo nuestra.
Autora: Andrea B. Ferreyra Folonier
Alumna cursado de Facilitador Transpersonal
Referencias Bibliográficas
Goleman, Daniel. (1995). Inteligencia emocional
📌 Este artículo forma parte de un Trabajo Integrador de la Formación: Facilitador Transpersonal .
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