¿Qué consumimos realmente cuando consumimos? ¿Para qué lo hacemos?
¿Consumimos o nos nutrimos? ¿Cuál es la diferencia?
Te cuento que vi un reality muy loco e interesante. No veía un reality desde que en los realitys de "El Bar" y el primer "Gran Hermano" había gente de mi edad. Luego, jamás los vi, realmente no sentí que me aportara nada interesante, ni siquiera entretenimiento. Es que, desde hace un tiempo considerable, no consumo lo que no me nutre. Pero haciendo zapping en uno de mis servicios de streaming, descubrí un reality que me atrapó porque me pareció sumamente interesante: "Sobrevivencia al Desnudo Latinoamérica" es su nombre.
Consiste en un grupo de personas que son dejadas y repartidas en parejas al total desnudo en inhóspitas regiones salvajes de Latinoamérica.
Hace tiempo que observo a través de mis cursos, consultas, talleres y diversas experiencias a este sistema de seres humanos que somos , con cada vez más acceso a beneficios, tecnologías y recursos que hubiesen sido impensados para nuestros bisabuelos o abuelos. Es una sociedad tan llena y a la vez tan vacía: la sociedad ansiosa que consume, consume, traga, traga, y no saborea. Nos tragamos el tiempo, la vida, y decimos que paramos a "saborear" una semana o dos, con suerte en vacaciones. Pero no, es solo un relato, seguimos tragando y consumiendo para luego tener que descansar de nuestras vacaciones.
La sociedad ansiosa actual consume más, mucho más que las generaciones anteriores, pero no es mucho más plena, ni ha alcanzado un estado de mayor plenitud en comparación con nuestros antecesores. La sociedad que se consume la vida consumiendo, se encuentra a años luz de su voz interior, vive mirando afuera, mostrándose, compitiendo en un mundo de escaparates a través de las redes sociales. Algo muy sintomático que ha venido sucediendo desde la aparición del celular es, por ejemplo, la cantidad de padres filmando el acto de sus hijos para subirlo a las redes. Pero... ¿Cuántos de ellos están realmente presentes en el momento, realmente compartiendo?
Ver a estas cuatro parejas profundizó en mí una inquietud que me acompaña desde hace unos años: nos estamos consumiendo la vida, los recursos, y somos, en líneas generales, como un agujero negro que nunca tiene fin, que nunca se satisface. Entonces, de pronto, descubro a ocho locos totalmente desnudos, sin envoltorios, con su personalidad como único atuendo. Teniendo que valerse de los recursos totalmente naturales, en una experiencia tan fuerte... donde las personas tienen que administrar su energía para poder sobrevivir 21 días, y eso implica poner el foco en lo importante, en lo que genera condiciones favorables, sin el más mínimo desgaste. En condiciones extremas, donde puede que vivas la experiencia de estar 3, 4, 5 días o más sin alimentos, ya sea por no encontrar frutos, tener prejuicios con cazar, etc. La experiencia es tan fuerte y tan extrema que ves cómo cuando una persona pasa 3 o 4 días sin comer, el cuerpo entra en una fase profunda de autofagia, y toman conciencia profundamente de que hasta al pensar están usando su energía. Entonces, hasta qué tipo de pensamientos eligen sostenerse se vuelve vital. Tus pensamientos o conversaciones internas comienzan a ser determinantes y sí o sí tienes que comenzar a ser un consumidor consciente de todos los recursos: los naturales y, a la par, es vital que comiences a gestionar de modo adecuado lo que elegis conversarte.
La experiencia me movió a pensar cuánto consumimos y cuánto de todo esto es nutrición y cuánto es exceso. La sociedad ansiosa siempre necesita un chicle. Así sostiene relaciones chicle, experiencias chicle, consumos chicle. Las experiencias chicle son pars maquellas que te mantienen "masticando" ansiosa y compulsivamente, pero no te nutren.
Existe una gran diferencia entre consumir por consumir y nutrirse.
La verdad, y se ve con toda claridad en esta experiencia, necesitamos pocas cosas, muchas menos de las que decimos
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